Numenéra: El noveno mundo


Un billón de años en el futuro, nuestra actual civilización ha desaparecido por completo, así como también aquellas que evolucionaron y ascendieron luego de nuestra caída. En la era del noveno mundo, los continentes se han unido para formar un vasto supercontinente rodeado por un aparentemente interminable mar gobernado por tormentas extremadamente violentas. Es la forma actual de la Tierra producto de fuerzas naturales y del simple paso del tiempo? O alguna civilización anterior así lo diseñó? Ciertamente los habitantes de los llamados "mundos anteriores" tuvieron la habilidad de dar la forma que deseaban al planeta, y probablemente a otros planetas también. Las pruebas de esto están en todos lados. Paisajes imposibles son comunes en la topografía del noveno mundo. Islas de cristal flotando en el aire. Montañas invertidas se elevan desde planicies de vidrio roto. Estructuras abandonadas del tamaño de reinos enteros se extienden a través de distancias tan grandes que llegan a afectar el clima. Masivas máquinas, algunas todavía activas, vibran y rechinan. Pero con qué propósito?

Sobre la costa sureste se encuentran los Firmes, una colección de reinos y principados con poco en común salvo una única religión. Esta religión, conocida por sus fieles como la Orden de la Verdad (y por el resto del mundo como el Papado del Ámbar), reverencia el pasado y el conocimiento de los antiguos tal como lo conocen los enigmáticos Clérigos del Eón. Por decreto del Papa del Ámbar, los Firmes y la Orden de la Verdad, libran una guerra contra las tierras del norte, las cuales muchos creen están cautivadas por un misterioso y reservado culto llamado los Gaeanos. Nobles entre los Firmes, son llamados a las cruzadas, librando la guerra contra los infieles con siempre extrañas armas descubiertas o diseñadas por los clérigos.

Más allá de los confines de los Firmes, sin embargo, se encuentra el Más Allá, una vasta tierra salvaje donde existen ocasionales y muy aisladas comunidades. El Más Allá es también hogar de los Clérigos del Eón, pero estos no están asociados a ningún tipo de red organizada, y no responden ante el Papa del Ámbar. En cambio, residen en remotos cónclaves. Alrededor de estos cónclaves, pequeños poblados y comunidades conocidos como aldeias han aparecido. Cada cónclave ha descubierto y dominado varias piezas de numenera, dándole a cada aldeia su propia y única identidad. En una, los habitantes podrían criar bestias genéticamente modificadas para obtener alimento. En otra, podrían pilotear planeadores que desafían la gravedad y correr a través de los techos de ruinas antiguas. En otra aldeia, los clérigos del cónclave podrían haber descubierto los métodos para detener el envejecimiento, conviertiendo a los habitantes en inmortales, y podrían estar dispuestos a vender su secreto a un alto precio. Al estar separados por distancias y peligros mortales, el intercambio de estos descubrimientos entre pueblos es extremadamente raro y siempre muy peligroso.

Pero no todo poblado del Más Allá cuenta con la presencia de un cónclave que los ayude a guiarlos a través de los peligros del pasado. Algunos de ellos han descubierto piezas de numenera por sus propios medios, desencadenando horrores terribles, plagas, o misterios más allá de la comprensión humana. Viajeros podrían encontrarse con un poblado en el cual todos sus habitantes han sido convertidos en monstruosidades devoradoras de carne humana, u otro en el cual la población trabaja como esclavos de una máquina inteligente, remanente de una era olvidada.

Fuera de las aldeias y otros poblados, los peligros se multiplican. Entre las ruinas del pasado, se pueden encontrar tribus de subhumanos, tan propensos a hablar con un viajero como a matarlo y devorarlo. Nubes de pequeñas máquinas invisibles conocidas como el Viento de Hierro recorren las tierras salvajes alterando todo lo que tocan. Monstruosos depredadores, antiguas máquinas de guerra, y seres extraterrestres o extraplanares varados en el planeta también representan una amenaza en las inexploradas tierras del Más Allá. Pero así también, un cuidadoso y competente viajero podría encontrar piezas de numenera que puedan cumplir el más inimaginable de sus deseos.

En el noveno mundo, numenera es al mismo tiempo un riesgo, y una recompensa.

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