Sesión 8: La garganta del dragón

Marpenoth 27, 1480 DR (Year of Deep Water Drifting)

Luego de seguir a Kobi durante algunas horas el grupo llega al final del bosque y comienza ya el camino entre las montañas de la Garganta del Dragón en dirección al templo oculto. El frío comienza a hacerse sentir pero afortunadamente no deja de ser una pequeña inconveniencia. Luego de algunas horas más de viaje, el kobold les indica que llegaron al lugar de la entrada secreta al templo. La entrada no es más que un túnel que otrora era utilizado por kobolds para acceder sigilosamente a las minas.

Gateando y a regañadientes, el grupo se adentra en la oscuridad de la montaña. Explorando un poco los túneles e intentando evitar todo contacto con los kobolds y las patrullas de clérigos, encuentran una habitación oculta con lo que serían tesoros de algún kobold. Entre los tesoros encuentran un diamante de las sombras, una gema de particular valor que sólo se encuentra en este plano, y una bolsa mágica cerrada que por el tacto parece tener algo dentro.

Evitando todo contacto con los kobolds que habitan la mina, el grupo se dirige directamente hacia la "cocina". En el camino, se cruzan con una mantícora en una jaula, la cual según Kobi, utilizan los kobolds cuando alguien amenaza su guarida. Luego de una breve discusión, deciden ignorar a la mantícora y dejar a Kobi que hable con el encargado de la cocina, un anciano kobold con un parche en un ojo. Logran convencerlo de no alertar a nadie de la presencia del grupo mientras investigan los niveles inferiores del templo, donde residen los humanos.

Descendiendo al segundo nivel, se encuentran con una especie de prisión, donde liberan a una pareja de elfos de pelo blanco en muy mal estado, con los pies y manos encadenados con grilletes mágicos. Luego de conversar algunos minutos con el grupo, la pareja de elfos confiesa que en realidad son dragones de plata, y que fueron capturados hace mucho tiempo por los clérigos de Bane para utilizar sus huevos en alguna especie de ritual siniestro. Sus nombres son Tarik y Reesa en la lengua común. El grupo decide intentar liberarlos de los grilletes, que impiden a los dragones utilizar sus habilidades mágicas.

Para eso se les ocurre utilizar la lava que desciende por las paredes de la caverna principal de las minas. Un gran espacio abierto de más de cien pies de diámetro y que abarca los tres niveles del templo de la montaña y que incluso lleva al exterior. Con la ayuda de las barras inamovibles de Varis, los dragones en forma de elfo, logran escalar la pared de la caverna hasta llegar a la lava y fundir el metal de los grilletes. Inmediatamente recuperan sus poderes mágicos. Terminando de explorar el nivel de la prisión, encuentran un humanoide de edad indeterminada y en muy mal estado prisionero en una de las celdas. Luego de darle algo de beber y liberarlo de sus cadenas, logran ver a través de los jirones de su ropa que en su cuerpo hay tatuadas varias frases. Entre ellas, "Sigil" y "No confíen en el anciano" le llama la atención al grupo. El humano no recuerda su nombre pero parece haber sido alguna clase de guerrero hace mucho tiempo, y sólo desea venganza contra sus captores. Deciden permitirle acompañar al grupo ya que sus objetivos coinciden.

Al llegar a los accesos al tercer nivel, interrumpen un extraño ritual mágico que varios clérigos realizan utilizando huevos de dragón de varios colores. Con la ayuda de los dragones y sus hechizos, y el guerrero sin nombre, el grupo no tiene problemas en despachar a los clérigos y un par de guardias, unas criaturas humanoides con alas y rasgos de dragón, similar a un dragonborn pero más parecidos a dragones.

Finalmente logran acceder al último nivel del templo, donde encuentran lo que suponen es la habitación de Tarja. Luego de revisarla deciden llevarse el diario personal de la clériga de Bane. La última habitación del templo es una gran caverna que conecta todos los niveles del templo con el exterior. En esta habitación el grupo se encuentra con Tarja, clériga de Bane, y portadora de la filacteria del dracolich Anaxágoras. Allí luego de un breve diálogo, comienza un cruento combate. Un portal mantenido por varios cultistas era utilizado por la clériga para invocar demonios del abismo.
Atinadamente, el grupo logra destruir el portal rápidamente, impidiendo la llegada de más demonios. Finalmente y tras varios minutos de combate, con la ayuda de los dragones de plata y el guerrero sin nombre logran derrotar a Tarja y sus secuaces, aunque sin poder evitar que la clériga envíe una señal mágica a los dragones de los alrededores, los cuales comenzaron a avanzar hacia el templo. Sin tiempo que perder, el grupo monta en el lomo de Reesa, la cual accede a abandonar su forma humanoide y llevarlos lejos del lugar, mientras Tarik distrae al resto de los dragones.

Rápidamente cargan el cuerpo de Tarja y abandonan el lugar en dirección al bosque de las dríadas a cumplir la promesa. Luego de entregarles a las dríadas un huevo de dragón, y de ver con horror como dos de ellas presentaban claramente signos de estar encintas, abandonan el plano de las sombras utilizando el artefacto de teletransportación con destino a Ravenhold.

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