Sesión 5: La Cripta de Nezaril
Nightal 25, 1480 DR (Year of Deep Water Drifting)
La
fortuna por fin estuvo de mi lado.
Este
grupo de aventureros son mucho más capaces que otros que se han aventurado en
este bosque y sin duda más motivados y valientes. Durante años he esperado el
momento de poder recuperar esa espada, para poder volver a mi forma original.
Estaba bastante convencido que estos aventureros serían capaces de recuperar la
espada, especialmente porque uno de ellos, Jorah, fue habitante de este bosque,
del pueblo de Vaelan y he aprendido a no creer en las coincidencias. Estuve ahí
el día que escapó del bosque y ahora aquí estaba de nuevo.
Les dije
lo suficiente para poder negociar, que los llevaría al pueblo y le contaría a
Jorah el destino de su familia, pero solo a cambio de que recuperen la espada
de Nezaril. Los guie hasta la entrada que excavaron los últimos ladrones de
tumbas en visitar el lugar, guiados por un mago elfo que llevaba una extraña
cartera bastante llamativa… en fin.
Por lo
que contaron a la salida, la tumba de Nezaril estaba custodiada por nagas,
criaturas mágicas con aspecto de serpiente que suelen proteger lugares sagrados
o artefactos de gran poder. Para acceder a la tumba, tuvieron que desactivar
mecanismos de seguridad plantados por los elfos. Un muy intrincado sistema de
columnas giratorias que destrancaban barrotes mágicos impidiendo el paso a la
tumba del medio-elfo. Al lograr entrar, observaron que la cripta estaba
flanqueada por columnas con nagas de piedra enrollados. Sin embargo, delante de
ellos, apareció por un tubo un naga pero este no era de piedra. Sin mediar más
de cuatro oraciones, atacó al grupo.
Abriendo
el combate, el naga despertó dos nagas de piedra, que rompieron su cascarón
para revelar un cuerpo esquelético, claramente undead. El grupo despachó con
facilidad a los esqueletos y lograron evitar los hechizos del naga. Cuando el
combate parecía estar terminado, el naga absorbió la energía de los restantes
undead y recuperó su vitalidad, lo cual le permitió asestar dos mordiscos al
elfo Elondol, que lo dejaron maltrecho e inconsciente. Sin embargo, no pudo con
el resto del grupo, que lo despacharon con bastante facilidad una segunda vez.
Culminado el combate, Jorah se acercó a la tumba de Nezaril y la abrió,
sufriendo el efecto de un hechizo que lo hizo sentir una necesidad imperativa
de proteger la espada a toda costa. Los demás intentaron acercarse, pero Jorah
los amenazó y mantuvo a raya. El halfling Baracus aprovechó la distracción y se
escabulló por las sombras hasta llegar a la tumba, a espaldas del paladín,
logrando meter la mano y sacar la espada. Luego de semejante proeza, Baracus provocó
al paladín a seguirlo mostrándole la espada y así Jorah corrió tras de él. Por
si fuera poco, el naga se regeneró y volvió a salir por el tubo donde había
aparecido antes e inmediatamente persiguió al halfling. Por fortuna, Jorah se
soltó del hechizo al pasar el umbral de la tumba y una vez que lograron salir,
el naga desapareció sin dejar rastro.
Me
hicieron entrega de la espada, lo cual inmediatamente me permitió revertir la
magia que me mantenía en forma de bestia. El grupo decidió descansar para luego
partir hacia el pueblo.
Anónimo -- Recolecciones de
un druida del High Forest
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