Sesión 0: Flashback
Luego de examinar minuciosamente bajo la luz de la antorcha la masiva puerta que lo separa de su objetivo, el scout se coloca de espaldas a la puerta y alza la mano que sostiene la fuente de luz. Observa con detenimiento los pedestales dispuestos en forma de semicírculo alrededor de la puerta, cinco en total. Se acerca a uno de ellos, y en su parte superior ve un pequeño nicho como diseñado para colocar alguna clase de objeto. Luego de unos breves segundos, retorna unos pasos más atrás hacia el resto del grupo. En un susurro les comunica: Esta es la puerta, más adelante están los pedestales. Hemos llegado.
Detrás de sus 4 compañeros de viaje, puede ver algunas figuras encapuchadas moverse nerviosamente. En sus túnicas, muy ténue se puede ver un símbolo bordado con extremo cuidado y habilidad.
El ambiente es tenso y el silencio sepulcral. Cada uno de los 5 viajeros, saca de entre sus pertenencias un pequeño objeto. Lentamente se acercan a los pedestales y miran hacia las figuras encapuchadas, un grupo de igual número de integrantes. Éstas responden con un afirmativo movimiento de cabeza, y desenvainando armas ocultas por sus largas túnicas, se acercan a la puerta.
Al colocar los objetos en sus pedestales, la pesada puerta comienza a ceder. Desde el interior de la habitación, la cual está en completa oscuridad, se escuchan gemidos, y un olor nauseabundo de carne en descomposición los invade. Inmediatamente, las figuras encapuchadas desaparecen en la oscuridad de la amplia habitación. A los pocos segundos, los inconfundibles ruidos del combate llegan a los oídos del grupo.
Esa es la señal, el momento ha llegado. Inhalando profundamente la última bocanada de aire puro, se internan en la podredumbre de la habitación, una débil antorcha su única compañía. El viciado aire del lugar les atonta los sentidos. Pueden sentir ruidos de combate a su alrededor, pero no ven nada más allá de la débil luz de la antorcha.
Luego de avanzar unos pocos pasos, en la oscuridad que se extiende delante de ellos, a algunas decenas de metros de distancia, se iluminan dos pupilas amarillas inusualmente grandes. Inmediatamente sus miradas quedan atrapadas en esos áureos orbes, y de a poco notan como su conciencia los abandona. En un último esfuerzo por permanecer conscientes, logran distinguir el comienzo de una malvada risa, extrañamente seca. Luego, absoluta oscuridad.
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