Sesión 1: El templo de los perdidos

Se despiertan lentamente en una fría habitación completamente oscura, donde reina un silencio absoluto. Lentamente sus ojos se acostumbran a la oscuridad, y notan que la habitación es una especie de morgue, donde reposan una veintena de cuerpos en duros catres de piedra. Ninguno recuerda mucho sobre su historia, mucho menos dónde están, o cómo llegaron a este lugar.

Mientras examinan los alrededores, notan que sus cuerpos están cubiertos de cicatrices, una en el cuerpo del druida, Kalkennash, llama particularmente la atención por sobre el resto. Baltasar examina con más detenimiento la herida, y llega a la conclusión que fue causada por un arma corta de hoja cortante, una daga o espada corta. También nota un cierto tinte púrpura en la piel alrededor de la herida, clásico indicio de que el arma estaba envenenada. Además, por la posición de la herida, es muy probable que el ataque haya tomado totalmente desprevenida a la víctima.

Mientras estaban reunidos examinando sus heridas, escuchan, fuera de la habitación, un rítmico golpeteo en el suelo de piedra lisa del lugar. Gracias a su visión nocturna, el asesino drow se asoma fuera de la habitación para hechar un vistazo al origen del ruido. A los pocos segundos, logra ver un anciano, caminando lentamente hacia donde se encuentran, ayudado por un pesado bastón de madera.

Eventualmente el anciano llega a donde se encuentra el grupo, y luego de un inicio de conversación no muy amigable, les responde algunas de sus preguntas. Les explica que se encuentran en el templo de los perdidos, un templo dedicado al dios de la muerte, Kelemvor, donde reposan los cuerpos de aquellas criaturas cuyas almas no pueden realizar el viaje al plano de fuga por algún motivo. Este templo está ubicado en el plano de las sombras, Shadowfell. Al comienzo parece sorprendido de verlos aparentemente con vida, pero luego les confiesa que no es la primera vez que se encuentran en el templo. Este ciclo se viene repitiendo hace más de mil años, y cada vez que despiertan en el templo, recuerdan menos sobre sus vidas pasadas. También les explica que es posible que hayan perdido sus almas, mucho tiempo atrás, y que por ese motivo no puedan viajar al plano de fuga, y que se levante de la muerte un par de días después.

Luego de responder sus dudas, el anciano, que se presenta como el sepulturero, ya que ha olvidado su verdadero nombre hace muchos años, les ofrece algunas pertenencias cuyos anteriores dueños ya no van a necesitar, y les menciona la existencia de un pequeño pueblo, ubicado al este siguiendo el único camino de piedra que sale del templo. Les pide que lo sigan y al llegar a la habitación donde se encuentran las pertenencias de los cadáveres que llegan al templo, pueden ver en el centro, un enorme libro recostado sobre un pedestal. En este libro el sepulturero registra todas las criaturas que llegan al templo. En las últimas entradas se pueden ver sus nombres, junto a una inscripción escrita en draconic, que dice: "Como el resto de las veces, los intentos por establecer diálogo han fallado. No se tiene información. Que los dioses se apiaden de ellos." Luego de examinar el libro buscando la fecha de la última vez que fueron traídos al templo (1479 DR, year of the ageless one), se disponen a tomar algunas de las pertenencias que les ofrece el sepulturero.

Luego de armarse para el viaje, se dirigen a la puerta principal del templo, donde una masiva puerta de piedra adornada por cinco pedestales dispuestos en forma de semicírculo frente a ella les llama la atención a algunos de ellos. Tienen un deja vu al llegar a este lugar, y les parece haber visto esa puerta anteriormente, pero no logran recordar claramente la situación. Luego de preguntarle al sepulturero sobre la puerta, éste les comenta que es la puerta de sus habitaciones privadas, por supuesto, es la única parte del templo que está fuera del alcance del grupo.

Luego de esto el grupo se despide y se disponen a abandonar el templo. Un páramo desolado les dá la bienvenida al abrir la puerta del templo. Árboles negros y retorcidos, y extrañas alimañas que rápidamente escapan al verlos es todo lo que pueden ver con la poca luz ambiental. Un macabro espejo de un típico paisaje del mundo material. Un único camino de piedra negra y lisa, se extiende desde la entrada del templo hacia el este, hasta perderse de vista. Sin muchas otras opciones, se disponen a seguir el camino hasta llegar al pueblo que les mencionó el sepulturero.

Luego de caminar por algunas horas, llegan a un puente de madera colgante, que cruza por encima de un turbulento río de aguas oscuras. El elfo oscuro, logra divisar en la orilla del río, a unos 20 pies de donde se encuentran, una criatura con forma canina que parece estar bebiendo el agua putrefacta. Snake, intentando hacer el menor ruido posible, comienza a cruzar el puente. Sus mejores esfuerzos no logran evitar que el puente se balancee, causando un audible crujido de maderas y cuerda. Inmediatamente la criatura los detecta, y comienza a trepar por la pendiente intentando llegar a ellos. Al mismo tiempo, algunos esqueletos, camuflados en el extremo opuesto del puente, se disponen a interceptarlos.

Comienza un combate contra las criaturas nativas del plano de las sombras, y pese a que el grupo se separa (algunos quedan sobre el puente, y otros antes de comenzar a cruzar), y a la aparición de algunas otras criaturas (zombis, un espectro y un wight), el grupo logra derrotarlos, no sin antes sufrir la caída de Snake al agua helada del río, de la cual pudo escapar sin demasiados problemas gracias a sus habilidades físicas. Cansados y magullados luego del combate, se disponen a abandonar rápidamente el lugar, y seguir el camino esperando que el poblado no se encuentre demasiado lejos.

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